El despertar de los insectos
El despertar de los insectos
Lula Mari
Gachi Prieto
19.09.21 | 23.10.21
Lula Mari (Buenos Aires, 1977), creadora de los Recitales de Pintura que realiza en diferentes locaciones desde 2010, presenta El despertar de los insectos, su primera exposición individual en Gachi Prieto. Aquí reúne sus óleos de los últimos dos años, basados en paisajes del Delta del Tigre, en que combina la figuración y el oficio de pintar con “el mundo de la ambigüedad y lo fantástico”, en palabras de la curadora de la muestra y autora del texto de sala, Renata Cervetto.
Cervetto agrega que la fascinación de Mari por estos paisajes se remonta a la historia familiar: su tatarabuelo llegó a la Argentina desde Francia y fue uno de los primeros pobladores en instalar el servicio de lanchas de pasajeros en el Delta. Su infancia “transcurrió entre los canales del río Luján, y fue allí donde su mundo visual comenzó a tomar forma, al igual que los matices que solo ella podía distinguir dentro de la selva isleña” –dice la curadora–.
En Lluvia (2021), por ejemplo, se ve cómo el dibujo del río, con sus círculos y olas provocadas por las gotas y el viento sobre la superficie del agua, hace converger la perspectiva renacentista y el paisaje del Delta, transmitiendo además la sensación física que provoca el oleaje al navegar. Al mismo tiempo, las líneas diagonales del agua cayendo, trazadas con punzón, perforan la superficie de la obra, dificultando la visión de árboles y ramas sacudidas por el viento. En Viento sobre pasto (2021) vuelve a aparecer esa sensación en una imagen que remite a un momento más reciente de la historia de la pintura, el impresionismo, con líneas curvas que marcan el recorrido invisible de las ráfagas, transmitiendo, en este caso, la sensación física que provoca el viento. En Un refugio (2019), en cambio, una mata de hortensias brilla, inmóvil, al sol, proyectando hacia su propio interior una sombra negra, de donde proviene un hilo de luz rojiza, en un juego de contrastes que recuerda la iluminación barroca, pero que también lleva a preguntarse qué seres habitan ese hueco oscuro. ¿O es la pintura misma la que está viva y, en su dinamismo, va adquiriendo diferentes formas?
En sus obras más recientes, la artista comenzó a incorporar elementos de la pintura oriental. “Durante la Antigüedad en China –prosigue Cervetto–, las tortugas eran consideradas un animal sagrado, dado que sus caparazones eran usados para descifrar el destino de los hombres. La longevidad que caracteriza a estos reptiles era equivalente a su sabiduría, que las conduce sin prisa ni pausa allí donde quieren llegar. Descifrar los mensajes que sus corazas nos traerían hoy en día queda en cada quien, pero ciertamente hay allí una clave de sobrevivencia y adaptación”. En relación con este atravesar el tiempo, Mari presenta trabajos actuales, pero lo hace como si la temporalidad no existiera, como si el día de hoy se diluyera en sus imágenes del Delta, generando un lugar y un momento en que la confluencia de diferentes etapas y geografías logran borrar todo indicio de cronología y ubicación.