Herlitzka + Faria abrió su ciclo de exposiciones 2021 con una muestra colectiva que explora diferentes aproximaciones, modernas y contemporáneas, a la pintura, algunas muy recientes, sin perder de vista que los primeros registros del medio pictórico datan de tiempos paleolíticos. A principios de febrero, la muestra reunió obras de Oscar Bony, Elda Cerrato, Abdulio Giudici, Sameer Makarius, Marta Minujín, Alejandro Puente, Juan Pablo Renzi, Luis Roldán, Osvaldo Romberg, Juan Tessi y Horacio Zabala. Sin modificar el criterio de selección, la galería sumó, a partir del mes de abril, piezas de Nicolás García Uriburu, Mauro Guzmán, Alicia Herrero, Magdalena Jitrik, David Lamelas, Margarita Paksa y Karina Peisajovich. La primera parte del título de la muestra proviene de la célebre frase con la que el filósofo canadiense Marshall McLuhan abre su ensayo Comprender los medios de comunicación: Las extensiones del ser humano (Understanding Media: The Extensions of Man, 1964), y sintetiza que las características de un determinado medio tienen la capacidad de “dar forma e introducir un cambio de escala y ritmo en los asuntos humanos” −resume Sofía Jones, autora del texto que acompaña la exhibición−.
La primera versión, entonces, incluyó obras de Osvaldo Romberg (Buenos Aires, 1938 – Tel Aviv, 2019) que “se centran en el análisis y deconstrucción de los sistemas cromáticos. Desde los tempranos años setenta el artista comenzó estudiar los colores a través de su valor, tono y saturación mediante composiciones en cuadrícula” −dice la galería−. También se pudieron ver grandes óleos de Juan Pablo Renzi (Casilda, 1940 – Buenos Aires, 1992), en los cuales condensaba “temáticas de literatura, música y pintura, generando así representaciones interdisciplinarias”. Sus referencias aluden al escritor Juan José Saer, a la revista de teorías y técnicas musicales Lulú y al pintor holandés Pat Andrea, entre otros. Los trabajos de Alejandro Puente (La Plata, 1933 – Buenos Aires, 2013), por su parte, vinculado al movimiento minimalista neoyorquino desde los años sesenta, se limitan al empleo de “estructuras formales mínimas, mediante composiciones geométricas y superficies de color puro”. Además, dos obras de uno de los pioneros de la abstracción en nuestro país, Abdulio Giudici (Buenos Aires, 1914 – Mendoza, 2008), demuestran cómo el artista desplaza el foco de atención hacia el lenguaje formal de la pintura, desligándola de cualquier tipo de narración. También Sameer Makarius (El Cairo, 1924 – Buenos Aires, 2009), “quizás más conocido por su producción fotográfica, realizó en sus primeros años obras pictóricas, experimentando en el ámbito de la abstracción informalista”. Las piezas en la exposición, producidas entre 1959 y 1961, remiten a la técnica de chorreado o dripping, vinculada a la pintura de acción. De Marta Minujín (Buenos Aires, 1943) se expone un conjunto de paneles pintados con vibrantes composiciones abstractas que conformaron su instalación Laberinto Minujinda, de 1985, en la cual se proponía generar “sensaciones en el espectador mediante una experiencia visual y una vivencia corporal” a través de veinticuatro espacios temáticos. El artista colombiano Luis Roldán (Cali, 1955) investiga “las capacidades expresivas de la pintura”, revelando “la influencia de la abstracción modernista en su producción contemporánea”. Se exponen aquí tres obras de su serie “Eidola” (2015), término que toma, en plural, del poeta Walt Whitman (en singular, eidólon) y refiere a una aparición o a un fantasma. Participa también una obra de la “Serie de hipótesis”, que desarrolla Horacio Zabala (Buenos Aires, 1943) a partir de 2009, en que intercala monocromos pintados a mano con signos gramaticales y matemáticos para construir frases visuales. El artista transmite de esta manera “su idea sobre la sensibilidad estética”, la cual estipula que “las relaciones entre las cosas son tan importantes como las relaciones entre la apariencia de las cosas”. Oscar Bony (Posadas, 1941 – Buenos Aires, 2002), luego de crear obras icónicas del arte conceptual argentino durante la década del sesenta, residió en Milán por casi diez años. Allí se concentró en el desarrollo de trabajos “íntegramente pictóricos, incorporando por primera vez una gran pluralidad de materiales, temas y colores”. La muestra incluye dos de sus obras de 1979. Elda Cerrato (Asti, 1930) combina “algunos elementos figurativos y arquitectónicos con otros abstractos, pero abordando un tema de su interés: las migraciones y su cambio de hábitat”. Cuatro piezas de diferentes etapas pueden verse en la exposición. Juan Tessi (Lima, 1972), a su vez, pinta en gran formato un retrato en estilo hiperrealista que impacta por su detallismo y violencia.
Entre los Nuevos mensajes −su segunda versión−, la muestra agregó un óleo del artista, arquitecto y pionero del land-art Nicolás García Uriburu (Buenos Aires, 1937-2016), quien “se destacó en la defensa del medio ambiente mediante acciones como las múltiples plantaciones de árboles, tanto aquí como en Europa” –cuenta la galería−.
Pueden verse también dos piezas pictóricas de Mauro Guzmán (Rosario, 1977), cuyo trabajo abarca diferentes prácticas: video, fotografía, pintura, objeto, performance, teatro y cine. Explica la galería: “En sus proyectos, construye estructuras de experimentación con las que investiga los lenguajes para deformar tácticas y materiales, articulando conceptos arraigados en perspectivas marginales de la cultura”.
Se añadieron asimismo tres obras de Alicia Herrero (Buenos Aires, 1954), dos de su serie “Mi botín” y otra de “Modelos” (ambas de 1997). La primera duplica en pintura imágenes de jarrones, cuencos, jarras, teteras, tazas, ensaladeras y otros utensilios de uso doméstico pertenecientes a relevantes colecciones publicadas en catálogos, enciclopedias o revistas especializadas. La artista define este trabajo como una “ficción feminista”, en que “una pirata cibernética ingresa en colecciones de ‘Artes aplicadas’… y replica sus piezas mediante la tekné de la pintura sobre lienzo. Esta acción interrumpe la categorización establecida por estas colecciones…, nos enfrenta a una historia del arte estructurada en un número específico de museos y narrativas que edifican los criterios de universalidad, legitimación y valor”. La serie “Modelos”, por su parte, pone en foco “las imágenes que nos educaron y consumimos a través de distintas publicaciones”, revisando las atribuciones conferidas históricamente a un género determinado. “Se trata de imágenes-modelos que funcionan como estereotipos, moldes que van cincelando a lo largo de una biografía, ciertos confinamientos sobre la división de tareas, gustos y roles por género”.
De Margarita Paksa (Buenos Aires, 1936-2020) se exponen seis pinturas de diversos formatos de su serie “Las flores” (1990), en acrílico y pastel sobre papel, montado sobre tela. El trabajo estaba motivado por el recuerdo de su madre −fallecida en junio de 1987− y toma como punto de partida la obra de la artista estadounidense Georgia O’Keeffe, reconocida por sus pinturas de flores a gran escala.
Magdalena Jitrik (Buenos Aires, 1966) exhibe aquí Tres puertas (2013), pieza en que retoma la pintura geométrica. David Lamelas (Buenos Aires, 1946), que ha empleado para su producción medios audiovisuales, instalaciones y fotos, contribuye a la muestra con un pastel sobre lienzo, The shortest distance / La distancia más corta (1991). Y Karina Peisajovich (Buenos Aires, 1966) expone en esta ocasión dos piezas de su serie de “Autorretratos”, de 1998 y 1999. A propósito de la pintura como medio, la artista declaraba en 2008: “sigue siendo una sustancia que me orienta. Incluso cuando trabajo en obras que se centran en el acto de ver, en lo que pasa en la retina, en la ilusión propia de la visualidad. De ahí salió todo. Si pienso en los primeros pintores, pintar es también hacer magia”.