En Pedo místico, PM Galería reúne una serie de pequeñas pinturas sobre tabla de madera y una tela de gran formato de Daniel Leber (Buenos Aires, 1988) con tres móviles colgantes de Fernanda Laguna (Hurlingham, 1972), que participa como artista invitada (cortesía de Galería Nora Fisch). En general, las obras en la exposición parecen querer expresarse en un lenguaje de arquetipos universales, aunque una mirada atenta a los detalles descubre elementos propios de su tiempo y lugar.
Leber creció en el seno de la colectividad eslovena en el Gran Buenos Aires y adquirió su idioma como lengua materna; el castellano fue posterior. La cultura de aquel país estaba presente en casa de sus abuelos, donde pequeñas tablas de madera pintada adornaban las paredes. Traídas en sus valijas de inmigrantes, habían sido realizadas por carpinteros y artesanos sobre paneles que originalmente funcionaron como terminales para las cajas de apicultura, una actividad tradicional en la zona de donde proviene su familia. El artista, que desde siempre había sentido curiosidad por esas piezas, recuerda cómo su fantasía se agitaba al observar las imágenes pintadas, por ejemplo, de “dos diablos afilándole la lengua a una mujer y los animales del bosque presidiendo un cortejo fúnebre de un cazador”. En 2019 viajó a investigar la tradición de esos paneles, denominados panjske končnice en su lugar de origen, de los cuales se pintaron más de 25.000, principalmente desde 1800 hasta la Segunda Guerra Mundial. Con el mismo formato y una cosmovisión que deriva del estudio de las piezas, Leber pintó una serie de quince tablas de 13 por 30 centímetros, con un pequeño corte rectangular en el medio de su borde inferior, similar al que presentan los panjske končnice para la inserción de la tapa de la caja. De líneas simples y esquemáticas, sus dibujos suelen superponer el mar, la luna y el sol en pequeñas superficies que conjugan la luz y la oscuridad sin contrastes violentos, pero sí con contraposiciones que dan cuenta de momentos absurdos de la vida cotidiana. Ejemplo de ello es El embrujo (2021) en el cual un cartel oscuro en que se representan la luna y tres estrellas eclipsa la luz del sol o Hacia la luz (2021) donde dos personajes aparecen subiendo una misma escalera en direcciones contrarias. En la pared del fondo, un gran óleo sobre tela concentra esta clase de escenas alrededor del dibujo de un reloj de arena, a cuyos lados se pueden observar una luna y un sol (Alambique, 2019). Los dibujos, siempre lineales y planos, como si se tratara de jeroglíficos, se organizan de acuerdo a la proporción áurea o número de oro. En las líneas que trazan los dibujos se observan mezclas y colores en degradé, en tonos primarios que, sobre un fondo claro, van virando hacia el verde y el violeta.
A partir de estas obras que se distribuyen sobre las paredes perimetrales, Laguna interviene el espacio cercano a la vidriera de la galería con tres móviles colgantes. El más reciente (Blixmi velo auri, 2021) fue realizado con materiales de desecho como bolsas de plástico, que se combinan con caracoles, piedras, una lamparita rota y una tarjeta de memoria USB, entre otros elementos. Las tres obras que presenta en la muestra conjugan materiales orgánicos e inorgánicos, mezclados con pequeñas figuras de duendes y plumas. Los elementos que componen estas piezas van también conformando oposiciones, por ejemplo, cuando una bolsa de plástico sin valor simbólico ni monetario se considera un material durable y persistente. Todos ellos se superponen en una lógica de conjuro proveniente de la cultura popular, donde se mezcla lo efímero y pasajero con lo resistente y constante.