Joaquín Aras en Piedras
Joaquín Aras (Buenos Aires, 1985) presenta en Piedras un conjunto de obras en video, fotografía e incluso pintura, en la que incursiona por primera vez, para explorar “los puntos de encuentro entre las imágenes y rastros de la violencia y el placer estético en las artes visuales” −declara−.
Los primeros pintores eran cazadores “retoma una tradición pictórica vinculada al gesto impulsivo y primitivo (abstracción lírica, informalismo, el arte destructivo), y al cine policial y de terror; para preguntarse sobre los límites del placer estético, el morbo y la ética/estética de la violencia”.
Una videoinstalación funciona como pieza central del proyecto y presta su título a la exhibición (Los primeros pintores eran cazadores, 2020) incluye una pintura: un manchón rojo sobre la pared de la sala rebasa los bordes de un marco negro que pretende limitarla y convertirla en un objeto de arte. Simultáneamente, un monitor reproduce un video en que una especialista forense en su uniforme profesional analiza las características de la pintura como si se tratara de evidencia policial. Más allá de los objetivos últimos de su indagación, el enfoque metódico y razonado hacia la imagen muestra que la perspectiva forense comparte con la investigación estética y artística un procedimiento similar en cuanto a la observación detallada de los materiales. En la misma sala, una tela embastada de gran formato cuelga sobre la pared (Poema escrito con sangre, 2021). En ella, el artista ha empleado la técnica del dripping para trazar, en tinta roja, frases que vinculan la poesía y la sangre del poeta, en una posible alusión a la historia del cine y de la literatura, específicamente a Le sang d’un poète (1932), de Jean Cocteau.
El enfoque de Aras se basa sobre todo en la historia del cine y de las artes visuales, dos áreas en que la violencia se construye como ficción con fines de entretenimiento o para reflexionar y buscar una mirada crítica, entre otros posibles propósitos. En este caso, el artista se remonta, a su vez, a la pintura rupestre y observa que “pintar es tan primitivo como la violencia. Los primeros pintores eran cazadores. Pintaban a sus víctimas (bueyes, jabalíes) y también a las amenazas que los rodeaban. El color de los minerales que utilizaban para sus pinturas se parecía al de la sangre”. Y agrega: “las escenas de caza, con el tiempo abandonadas por la pintura, se actualizan en el siglo XX en el cine de terror”. En una de las fotografías de la segunda sala se observa el antebrazo del artista con un fondo oscuro, una tijera metálica de puntas afiladas y, sobre la piel, la figura de un buey, de contorno rojizo, con dos flechas clavadas sobre su lomo (El espíritu de los antepasados grabado en la sangre, 2021).
Sobre otra pared se proyecta ¿Quién se atreve a matar al cine? (2021), un cortometraje filmado en Super 8 en que se ve al protagonista ejerciendo una violencia extrema ante la cámara. Permanece fuera de cuadro el objeto de sus golpes, sugiriendo que la víctima es quizá el cine mismo. Filmada en blanco y negro, el material fílmico está intervenido con manchas de vibrante color rojo. Otra de las obras instalativas utiliza dos pantallas simultáneamente, obliga al espectador o espectadora a comparar dos imágenes prácticamente idénticas, invitando otra vez a la mirada detallista y detectivesca. A su lado, una anotación fotografiada plantea: ¿Es el espectador cómplice? (2021). Mercedes Casanegra, autora del texto de sala, afirma que “esta pregunta es un acto de sinceramiento de parte de la población del planeta Tierra, o al menos de Occidente, quienes creemos ser personas civilizadas, y, sin embargo, queda latente este cuestionamiento para cada visitante de la muestra: si no percibimos de manera interna que cierto grado de violencia nos constituye… La antigua alquimia indica de manera simbólica que en la constitución humana de cada persona hay una parte donde predomina la materia con respecto a lo espiritual. Muchos pueblos en la historia han conocido y practicado esta disciplina, que es inherente a nuestra naturaleza”.